sábado, 17 de enero de 2015

"Pegan a un niño" (Freud)


Freud ubica el origen de estas fantasías a una edad muy temprana, antes de la edad escolar. Luego, cuando el niño co-presencia en la escuela cómo otros niños son azotados por los maestros, estas vivencias vuelven a convocar aquellas fantasías.
Freud perseguía averiguar algo más de estas fantasías tempranas, acerca de quién era el niño azotado, si era siempre el mismo o un extraño y quien lo azotaba o si era el mismo azotando a otro. Ninguna de estas preguntas tuvo respuesta, sus pacientes solo respondían “No sé nada mas sobre eso; pegan a un niñouna fantasía así, que emerge en la temprana infancia, quizás a raíz de ocasiones casuales y que se retiene para la satisfacción autoerótica, sólo admite ser concebida como un rasgo primario de perversión. Vale decir: uno de los componentes de la función sexual se habría anticipado a los otros en el desarrollo, se habría vuelto autónomo de manera prematura, fijándose luego y sustrayéndose por esta vía de los procesos evolutivos.
Con la emergencia de esta fantasía de paliza para la satisfacción auto erótica. Freud da cuenta de una sexualidad perversa, porque el fantasma plantea una desviación de la pulsión en tanto que no hay objeto genital de la pulsión.Luego Freud continua diciendo que “Una perversión infantil de esta índole no necesariamente dura toda la vida, mas tarde puede caer bajo la represión, ser sustituida como una formación reactiva o puede ser sublimada. Pero si estos procesos faltan la perversión se conserva en la madurez”.
La fantasía de paliza cambia más de una vez: su vínculo con la persona fantaseadora, su objeto, contenido y significado.
“La primera fase de la fantasía de paliza se formula entonces acabadamente mediante el enunciado:«El padre pega al niño».Dejo traslucir mucho del contenido que luego pesquisaremos si digo, en lugar de ello:«El padre pega al niño que yo odio».“En verdad podemos vacilar en cuanto a si ya a este grado previo de la posterior fantasía de paliza debe concedérsele el carácter de una «fantasía». Quizá se trate más bien de recuerdos de esos hechos que uno ha presenciado, de deseos que surgen a raíz de diversas ocasiones; pero estas dudas no tienen importancia alguna.”Entre esta primera fase y la siguiente se consuman grandes trasmudaciones. Es cierto que la persona que pega sigue siendo la misma, el padre, pero el niño azotado ha devenido otro; por lo regular es el niño fantaseador mismo, la fantasía se ha teñido de placer en alto grado y se ha llenado con un contenido sustantivo cuya derivación nos ocupará más adelante.La segunda fase se formula así«Yo soy azotado por el padre».Esta tiene un indudable carácter masoquista e inconsciente.“Esta segunda fase es, de todas, la más importante y grávida en consecuencias; pero en cierto sentido puede decirse de ella que nunca ha tenido una existencia real. En ningún caso es recordada, nunca ha llegado a devenir-consciente. Se trata de una construcción del análisis, mas no por ello es menos necesaria.”Continua “La tercera fase se aproxima de nuevo a la primera. Tiene el texto conocido por la comunicación de las pacientes. La persona que pega nunca es la del padre; o bien se la deja indeterminada, como en la primera fase, o es investida {besetzen} de manera típica por un subrogante del padre (maestro). La persona propia del niño fantaseador ya no sale a la luz en la fantasía de paliza. Si se les pregunta con insistencia, las pacientes sólo exteriorizan: «Probablemente yo estoy mirando».En lugar de un solo niño azotado, casi siempre están presentes ahora muchos niños”Recordemos que “La situación originaria, simple y monótona, del ser azotado puede experimentar las más diversas variaciones y adornos, y el azotar mismo puede ser sustituido por castigos y humillaciones de otra índole. Empero, el carácter esencial que diferencia aun las fantasías más simples de esta fase de las de la primera y establece el nexo con la fase intermedia es el siguiente: la fantasía es ahora la portadora de una excitación intensa, inequívocamente sexual, y como tal procura la satisfacción onanista.”La fantasía de la época del amor incestuoso había dicho:«El (el padre) me ama sólo a mí, no al otro niño, pues a este le pega».La conciencia de culpa no sabe hallar castigo más duro que la inversión de este triunfo:«No, no te ama a ti, pues te pega».Entonces la fantasía de la segunda fase, la de ser uno mismo azotado por el padre, pasaría a ser la expresión directa de la conciencia de culpa ante la cual ahora sucumbe el amor por el padre. Así pues, la fantasía ha devenido masoquista.Es la conciencia de culpa el factor que trasmuda el sadismo en masoquismo.Pues justamente en estos niños se ve particularmente facilitado un retroceso a la organización pre genital sádico-anal de la vida sexual. «El padre me ama» se entendía en el sentido genital, por medio de la regresión se muda en «El padre me pega (soy azotado por el padre) ».
Este ser-azotado es ahora una conjunción de conciencia de culpa y erotismo; no es solo el castigo por la referencia genital prohibida, sino también su sustituto regresivo, y a partir de esta última fuente recibe la excitación libidinosa que desde ese momento se le adherirá. (sólo esta es la esencia del masoquismo).
tercera fase, su configuración definitiva en que el niño fantaseador sigue apareciendo a lo sumo como espectador, y el padre se conserva en la persona de un maestro u otra autoridad. La fantasía, semejante ahora a la de la primera fase, parece haberse vuelto de nuevo hacía el sadismo. Produce la impresión como si en la frase «El padre pega al otro niño, sólo me ama a mí» el acento se hubiera retirado sobre la primera parte después que la segunda sucumbió a la represión. Sin embargo, sólo la forma de esta fantasía es sádica; la satisfacción que se gana con ella es masoquista, su intencionalidad reside en que ha tomado sobre sí la investidura libidinosa de la parte reprimida y, con esta, la conciencia de culpa que adhiere al contenido. En efecto, los muchos niños indeterminados a quienes el maestro azota son sólo sustituciones de la persona propia.aquí se muestra por primera vez algo que semeja una constancia en el sexo de las personas al servicio de la fantasía. Los niños azotados son casi siempre varoncitos, tanto en las fantasías de los varones como en las de las niñas. Y este rasgo no se explica evidentemente por alguna competencia entre los sexos, pues de lo contrario en las fantasías de los varones tendrían que ser más bien niñas las azotadas; por otra parte, tampoco tiene nada que ver con el sexo del niño odiado de la primera fase, sino que apunta a un complicado proceso que sobreviene en las niñas. Cuando se extrañan del amor incestuoso hacia el padre, entendido genitalmente, es fácil que rompan por completo con su papel femenino, reanimen su «complejo de masculinidad» (Van Ophuijsen [1917] ) y a partir de entonces sólo quieran ser muchachos. Por eso los chivos expiatorios que las subrogan son sólo muchachos. En los dos casos de sueños diurnos -uno se elevaba casi hasta el nivel de una creación literaria-, los héroes eran siempre sólo hombres jóvenes; más aún: las mujeres ni siquiera aparecían en estas creaciones, y sólo tras muchos años hallaron cabida en papeles secundarios.“La perversión ya no se encuentra más aislada en la vida sexual del niño, sino que es acogida dentro de la trama de los procesos de desarrollo familiares para nosotros en su calidad de típicos -para no decir «normales»-. Es referida al amor incestuoso de objeto, al complejo de Edipo del niño; surge primero sobre el terreno de este complejo, y luego de ser quebrantado permanece, a menudo solitaria, como secuela de él, como heredera de su carga {Ladung} libidinosa y gravada con la conciencia de culpa que lleva adherida (constitución del superyó).
La fantasía de paliza y otras fijaciones perversas análogas sólo serían unos precipitados del complejo de Edipo.
La trasmudación del sadismo en masoquismo parece acontecer por el influjo de la conciencia de culpa que participa en el acto de represión. Entonces, la represión se exterioriza aquí en tres clases de efectos:-vuelve inconciente el resultado de la organización genital.-constriñe a esta última a la regresión hasta el estadio sádico-anal-muda su sadismo en el masoquismo pasivo, en cierto sentido de nuevo narcisista.“¿De dónde viene la conciencia de culpa? Tampoco aquí los análisis nos dan respuesta alguna. Pareciera que la nueva fase en que ingresa el niño la llevara consigo y, toda vez que perdura a partir de ese momento, correspondiera a una formación cicatricial como lo es el sentimiento de inferioridad (típico de la neurosis).E. Bleuler [1913a] (ver nota) ha admitido como algo asombroso e inexplicable que los neuróticos sitúen el onanismo en el centro de su conciencia de culpa. Por nuestra parte, supusimos desde siempre que esa conciencia de culpa se refería al onanismo de la primera infancia y no al de la pubertad, y que debía referírsela en su mayor parte no al acto onanista, sino a la fantasía que estaba en su base, si bien de manera inconsciente -vale decir, la fantasía proveniente del complejo de Edipo.
Es de importancia incomparablemente mayor la segunda fase, inconsciente y masoquista:la fantasía de ser uno mismo azotado por el padre.No sólo porque continúa su acción eficaz por mediación de aquella que la sustituye; también se pesquisan efectos suyos sobre el carácter, derivados de manera inmediata de su versión inconsciente.Los seres humanos que llevan en su interior esa fantasía muestran una particular susceptibilidad e irritabilidad hacia personas a quienes pueden insertar en la serie paterna; es fácil que se hagan afrentar por ellas y así realicen la situación fantaseada, la de ser azotados por el padre, produciéndola en su propio perjuicio y para su sufrimiento. “No me asombraría que alguna vez se demostrara que esa misma fantasía es base del delirio querulante paranoico”.Las dos fases conscientes parecen sádicas; la intermedia -la inconsciente- es de indudable naturaleza masoquista; su contenido es ser azotada por el padre, y a ella adhieren la carga libidinosa y la conciencia de culpa.La persona que pega es desde el comienzo el padre; luego, alguien que hace sus veces, tomado de la serie paterna. La fantasía inconsciente de la fase intermedia tuvo originariamente significado genital; surgió, por represión y regresión, del deseo incestuoso de ser amado por el padre. Dentro de una conexión al parecer más laxa viene al caso el hecho de que las niñas, entre la segunda y la tercera fases, cambian de vía su sexo, fantaseándose como varoncitos.
Algunos hallaban su satisfacción sexual exclusivamente en el onanismo tras fantasías masoquistas;otros habían logrado acoplar de tal suerte masoquismo y quehacer genital que por medio de escenificaciones masoquistas y bajo condiciones de esa misma índole conseguían la meta de la erección y eyaculación o se habilitaban para ejecutar un coito normal.A esto se sumael caso, más raro, del masoquista perturbado en su obrar perverso por unas representaciones obsesivas que emergen con intensidad insoportable.“Es difícil que los perversos satisfechos tengan razones para acudir al análisis; pero en los tres grupos mencionados de masoquistas pueden presentarse fuertes motivos que los conduzcan al analista.El «ser-azotado» de la fantasía masculina, como la llamaré en aras de la brevedad y espero que sin dar lugar a malentendidos, es también un «ser-amado» en sentido genital, pero al cual se degrada por vía de regresión. Por ende, la fantasía masculina inconciente no rezaba en su origen «Yo soy azotado por el padre», según supusimos de manera provisional, sino más bien «Yo soy amado por el padre». Mediante los consabidos procesos ha sido trasmudada en la fantasía conciente «Yo soy azotado por la madre».La fantasía de paliza del varón es entonces desde el comienzo, mismo pasiva, nacida efectivamente de la actitud femenina hacia el padre. Entonces, como la femenina (la de la niña), corresponde también al complejo de Edipo, sólo que el paralelismo entre ambas por nosotros esperado debe trocarse por una relación de comunidad de otro tipo: En ambos casos la fantasía de paliza deriva de la ligazón incestuosa con el padre.
Diversidades entre las fantasías de paliza de ambos sexos:En el paso a la fantasía consciente que sustituye a la anterior [la tercera fase], la niña retiene la persona del padre y, con ella, el sexo de la persona que pega; pero cambia a la persona azotada y su sexo, de suerte que al final un hombre pega a niños varones.Por lo contrario, el varón cambia persona y sexo del que pega, sustituyendo al padre por la madre, y conserva su propia persona, de suerte que al final el que pega y el que es azotado son de distinto sexo.En la niña, la situación originariamente masoquista (pasiva) es trasmudada por la represión en una sádica, cuyo carácter sexual está muy borrado, mientras que en el varón sigue siendo masoquista y a consecuencia de la diferencia de sexo entre el que pega y el azotado conserva más semejanza con la fantasía originaria, de intención genital.

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