miércoles, 14 de agosto de 2013

TOC: Trastorno obsesivo compulsivo

¿Qué te obsesiona? 

Desde un trastorno obsesivo compulsivo, más conocido como TOC, hasta un pensamiento recurrente que nos quita el sueño, se presenta a continuación cómo luchar contra ellos, cómo desterrarlos de nuestra mente. 
Para empezar, debemos saber que es un trastorno de ansiedad que se caracteriza por presentar obsesiones y compulsiones. Las obsesiones suelen estar basadas en miedos y las compulsiones son intentos de neutralizarlos o controlarlos.

-¿Qué son las obsesiones? Pueden presentarse en forma de ideas, impulsos o imágenes mentales, hasta pueden ser sonidos, ruidos que se imponen recurrentemente y tenemos sin querer y sin poder evitar. Estas, además, producen mucha ansiedad ya que suelen ser desagradables. Los pacientes suelen tener la convicción de que por el solo hecho de pensar que una situación pudiera ocurrir, va a ocurrir. A este modo lo llamamos “pensamiento mágico” y suele acompañar a las obsesiones.

-¿En que consisten los rituales o compulsiones? Se definen como comportamientos repetitivos que pueden ser tanto motores (como por ejemplo lavarse las manos, ordenar cosas, chequear otras), o acciones mentales (como contar, repetir palabras, rezar) que nos sentimos necesitados de hacer en respuesta a una obsesión, o según reglas aplicadas rígidamente. Estos comportamientos tienen como objetivo reducir la ansiedad o evitar que algo malo suceda. Si bien pareciera calmar la ansiedad, es fugaz, transitoria, y frustrante porque no logra el dominio de la situación ni resuelve el conflicto.
En general, estas ideas se basan en que algo terrible va a pasar, a quien la padece o a alguien de su entorno, y se acompañan de la sensación de responsabilidad por esa catástrofe inminente. En su lógica, el paciente sabe que esto no tiene sentido, pero existe una disociación entre la lógica y la emoción.
Pero, ¿qué causa este malestar? Se asegura que se han encontrado causas neurobiológicas que determinan la aparición de dicho trastorno: hay estudios genéticos que indican que tienen relación con algunos trastornos, como el trastorno de Tourette (tics motores y vocales). Sin embargo, hay otros factores que desencadenan este síndrome, ya que la condición biológica es necesaria pero no suficiente para que se active.


Quién, cómo, cuándo
Este trastorno del comportamiento aparece indistintamente en los dos sexos, aunque en general en los hombres se evidencia en edades más tempranas y en las mujeres es más frecuente que se relacione a una situación puntual de estrés.
Es cierto que a veces hay personas que tienen síntomas TOC aislados, por ejemplo, únicamente necesitan poner el volumen del televisor en un número par, pero estos síntomas aislados, denominados por los expertos como TOCs subclínicos, no tienen un nivel de condicionamiento de la conducta que limite la vida diaria o nos genere dificultades en el desarrollo de proyectos y relaciones. Si bien el síntoma existe, no se lo considera un trastorno a tratar, siempre y cuando no genere limitación. De hecho, algunos autores consideran que los TOCs subclínicos aparecen en un 17 a 20% de la población general
Pero, en los casos más extremos, cuando la acción que llevamos adelante para calmar la ansiedad que el pensamiento obsesivo nos genera no alcanza, hay que repetirla tantas veces como sea necesario buscando esa tranquilidad. A veces incluso es un número de veces específica -73 veces-; o es haciéndolo de una forma adecuada, con la mano izquierda y el pulgar apuntando hacia abajo


Esta necesidad de volver y realizar el ritual es imperiosa, no se puede combatir ni modificar: si no se realizara, la ansiedad nos invadiría de tal manera que nos inhabilitaría para realizar cualquier actividad. 

El rol del entorno
Las familias donde hay un paciente TOC, suelen ser sumamente exigentes, con altas expectativas de rendimiento y baja tolerancia al error, acompañados por reiteradas críticas sobre el desenvolvimiento general del niño o bien sobre un área específica. Junto con esto, se observan reglas, costumbres y normas sumamente estrictas de cumplimiento que generan tensión. La sobreprotección, la necesidad de control y un alto voltaje ansioso son características que suelen repetirse en estas familias.
Esta predisposición social suele volver a los sujetos que padecen TOC de un modo muy específico y reconocible: son procastinadores, que es el posponer las cosas, dejarlas para después; presentan inercia, les cuesta cambiar de un estado a otro o de una situación a otra, sin malestar, porque les pesan los cambios; son híper moralistas, lo que hace que transmitan una sensación de intolerancia, incomprensión y hasta a veces falta de empatía hacia otros, lo que dificulta sus relaciones en gran medida; tienen responsabilidad exagerada y son muy exigentes con quienes los rodean; tienden a la irritabilidad; a veces son meticulosos en sus explicaciones y les cuesta discriminar lo importante de los detalles sin importancia.
Mal de muchos…
Vale aclarar que no es un problema tan extraño y ajeno, sino más frecuente de lo que pensamos: el TOC afecta a uno de cada 200 jóvenes y suele tener un alto impacto sobre su funcionamiento general, afectando áreas de rendimiento escolar, social, deportivo, etc. La mayoría de los niños y adolescentes lo sufren en silencio hasta que sus padres, maestros o amigos se dan cuenta.
Nada de qué avergonzarse
Como vemos, esta “epidemia oculta” hace que la persona que la sufre TOC sienta vergüenza de sí misma por lo insignificante de un pensamiento a una acción (como acomodar las pantuflas de una manera determinada para poder dormir) o por lo atormentador del síntoma (ideas de herir, sexuales, bizarras).
que, en un polo o en el otro, “han sufrido la burla o la descalificación de su entorno, esto hace que intenten por todos los medios mantener sus síntomas de la manera más secreta posible. Claro que, dependiendo de la gravedad de éstos y del nivel de condicionamiento y limitación que produzca, el entorno íntimo del paciente con TOC no es ajeno a la enfermedad, incluso hasta es víctima de la misma”. “Suelen llevarlo guardado como un problema secreto, del que no se habla o se hace con vergüenza. Esto genera dificultad en la detección temprana del trastorno y la posibilidad de intervenir rápidamente, pues cuanto antes se intervenga más fácilmente se resolverá, contrariamente cuantos mas años lleve instalado el trastorno más difícil se hará su remisión”.

El tratamiento
¿Cómo se puede ayudar a quienes padecen estas dificultades? ¿El TOC se cura? La buena noticia es que hay mucho por hacer para sentirnos mejor. 
“el tratamiento indicado es de psicoterapia de tipo cognitivo conductual, donde muchas veces se evalúa con un médico psiquiatra la posibilidad de medicar por un tiempo con el objetivo de reducir los síntomas”.


Esta psicoterapia deberá enfocarse en diferentes aspectos:
•La psicoeducación del paciente y su familia. Esto quiere decir brindarles toda la información necesaria sobre el trastorno, cómo evoluciona, cómo se trata, etc. Contar con información adecuada nos tranquiliza.

•Diferenciar a la persona del trastorno. Quien padece un TOC, no es un TOC. Tiene algo o le pasa algo que se llama así. La clave está en no reducir a la persona al síntoma, ya que es mucho más que lo que le sucede. Por eso, necesita estar acompañado, ser contenido y entendido, sin críticas, culpas ni cargas.

•La identificación de los rituales. Como quien padece este trastorno suele estar muy angustiado o asustado por lo que le pasa, es muy frecuente que el entorno intente ayudarlo a calmar su ansiedad y por eso muchas veces quienes lo rodean se conviertan en colaboradores de sus rituales y sean parte de ellos. En tal caso, será tarea del psicólogo y de la familia realizar un trabajo de identificación de los rituales y de quiénes están involucrados para poder cortar con el circuito que alimenta al síntoma.

•Reconocer y anticipar los pensamientos involuntarios. En el tratamiento y con la ayuda de técnicas especialmente diseñadas para tal fin, el paciente aprenderá a reconocer y anticipar sus obsesiones, aquellas que le generan miedos y ansiedad, y se le enseñará, poco a poco, a interpretar adecuadamente los estímulos o experiencias de la realidad, así como la posibilidad de crear recursos internos que le brinden mayor seguridad para evitar los mecanismos compulsivos.

En consecuencia, según el especialista, la mejor respuesta se logra asociando el esquema farmacológico a la terapia cognitivo conductual: combinar ambas partes, en pro del bienestar del paciente. Lo que se buscará, en todos los casos, es disminuir la frecuencia, la duración y la intensidad de las obsesiones y las compulsiones, mejorando la capacidad adaptativa y la funcionalidad del individuo. 

Aunque la mayor parte de las veces no se logra la desaparición completa de los síntomas, el reducir el tiempo y el malestar que estos producen es un logro significativo y que justifica enormemente la realización de un tratamiento, que será sin dudas a largo plazo.



Películas, series, teatro: son muchos los casos en los que el TOC se vuelve protagonista, expresando una problemática compleja y realista a la vez. Recordemos a los personajes obsesivos más emblemáticos:

-TOC, TOC. La mayoría de los porteños escuchamos el término por primera vez gracias a la exitosa obra de teatro de la calle Corrientes, que va por su tercera temporada y ya la llevan vistas más de 450 mil personas. En esta historia, seis personajes que padecen trastornos obsesivos-compulsivos se encuentran y se conocen en la sala de espera de un afamado psiquiatra, con el fin de solucionar sus problemas. Lo curioso es que el psiquiatra nunca acudirá a la terapia y serán ellos los que tengan que llegar a sus propias conclusiones. 


-The Big Bang Theory. Uno de los nerds más graciosos de la televisión, Sheldon Cooper (interpretado por el actor Jim Parsons), es un caso emblemático del genio cuyas obsesiones le dificultan la vida social y cotidiana. Él, que obtuvo su primer doctorado a laos 15 años y trabaja como físico teórico, padece compulsiones como tocar tres veces la puerta y decir el nombre de la persona que está dentro tres veces más; asume estrictas rutinas diarias como dedicar una noche de la semana a cada tarea o afición; y tiene una clara dificultad para socializar y empatizar con los demás. En el fondo, es cariñoso y amable y está dispuesto a ayudar a las personas le importan y, gracias al apoyo incondicional de sus amigos, poco a poco va mejorando sus vínculos. 



via: 

PYRAT Psicoterapia y Red de Acompañantes Terapéuticos

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