jueves, 1 de agosto de 2013

Weintrub, E: El tatuaje: un enigma a ser descifrado

Adolescencia y tatuaje en la era digital

El concepto de modernidad como crisis y como crítica a sus verdades absolutas se interioriza no solo en individualidades atormentadas sino que aparece como un espíritu social. Ser posmoderno después del año 2000, es “ser digital”, vivir en una cultura globalizada con sus usos y costumbres uniformados bajo el paradigma de las tecnologías de la información y comunicación. El mundo social se mueve por la acción constante de sujetos que producen información sin cesar, información libre y diversa que se plasma en redes sociales virtuales, borrando las fronteras entre lo público y lo privado. Velocidad y aceleración son los resultados de la búsqueda de la instantaneidad y la conectividad permanentes. Vivimos pisoteados por el instante.
Surge así la tecnocultura: internet, redes sociales virtuales, videojuegos, televisión digital, celulares, dispositivos móviles. Las transformaciones impactan fuertemente en la cultura actual: la masificación y el individualismo en la vida social se expresan en una subjetividad fragmentada. El presente nos muestra una fragmentación de la experiencia subjetiva, manejada por las lógicas de lo tecno-urbano-consumista.
Predominan en la actualidad algunos rasgos de la subjetividad cultural:
-          Pasivizacion de los individuos respecto de la cultura y la vida social: predomina la “sociedad del espectáculo” en la que la contemplación de imagens provoca la no distinción entre realidad y virtualidad. Se satura el “yo” debido a la sobreabundancia de información y discursos que circulan.

-          Robotización de los vínculos: se produce una sustitución del vínculo con el otro por la relación con dispositivos tecnológicos, lo que deja en evidencia la falta de compromiso emocional y la superficialidad en los afectos. Aparecen así relaciones intensas pero fugaces que se asemejan a un zapping televisivo.
-          Cultura de la obsolencia: se convierte al otro en objeto descartable, se sobrevalora lo nuevo y lo último, cualidades propias de la renovación permanente de los objetos tecnológicos, negando los procesos de perdida y de duelo.
-          Subjetividad virtual y ficcional: se sustituye la percepción de la realidad por la virtualidad. Lo virtual que introduce la imagen induce a pensar que todo puede ser posible desde la pantalla.

En esta era digital surgen nuevas estéticas, nuevos saberes y nuevas subjetividades, hasta entonces ocultos por el orden social y culturalmente dominante.
El mundo material de hoy está marcado por la búsqueda de novedades. Las categorías de tiempo y espacio han sido modificadas. Se suprime el pasado y se acelera el futuro. Rige la velocidad y la aceleración. Es el reino del instante.
La publicidad, como expresión privilegiada de la cultura de la imagen, propone satisfacción inmediata, éxito y bienestar ilimitados. “just do it”.
Las instituciones, los vínculos familiares y sociales y las relaciones intergeneracionales se encuentran en permanente cambio. Las formas de autoridad, los modelos de convivencia y la relación de poder también. El adolescente adopta una posición más autónoma respecto del adulto excluyéndolo de su vida en el mundo virtual y digital que comparte con sus pares.
Aparece una nueva forma de relacionarse: están en-redados y conectados todo el tiempo.
Tradicionalmente, la producción de subjetividad pasaba por la familia, la escuela, la religión, la ley. Estas instituciones tradicionales van mutando y siendo sustituidas por los medios masivos de comunicación.
El adolescente necesita referencias estables para realizar una saludable transición a la adultez pero de a poco se va encontrando inmerso en una cultura caracterizada por lo descartable y la ausencia de modelos identificatorios.
Estas profundas transformaciones producen un cierto caos pero a la vez abren nuevas posibilidades.
EL TATUAJE como modificación permanente inscripta en la piel, como escritura inalterable, parece desafiar y contradecir la transitoriedad de la moda, la tecnología y a la cultura de consumo para convertir en marca subjetivante, expresión de identidad plasmada en el cuerpo como territorio simbólico. A lo largo del tiempo, el tatuaje se presenta en diferentes contextos como marca permanente que desafía el paso del tiempo. En nuestra “cultura de la imagen” los videoclips, publicidades, twits, posteos pasan, se olvidan. El tatuaje, como imagen personal pone la marca de la propia subjetividad que persiste en el tiempo y a la vez posibilita el cambio. Se da así una paradoja: el tatuaje como expresión estética, ideal de belleza, puro adorno, moda pasajera y a la vez trazo inalterable, que burla el paso del tiempo convirtiéndolo en eterno presente.
Vivimos en un mundo visual. Todo debe ser expuesto, mirado, exhibido. Un mundo de imágenes que se convierte en referente absoluto de todas las sensaciones. La exhibición aparece como centro: los cuerpos son mostrados y adornados. El cuerpo es el escenario y el laboratorio de las impresiones. (Tatuajes, piercings, aritos).
La sociedad es una sociedad cosmética sujeta a una hiperestatizacion. El tatuaje seria un fenómeno de esta hiperestatizacion como arte distintivo pero también imitativo, llevando hasta las últimas consecuencias el impulso estético.
El tatuaje representa especialmente para el adolescente una marca original, propia, identitaria, siendo a la vez expresión de la masificación, un disfraz, un “estar de moda”. Todos quieren ser distintos pero terminan siendo iguales al ser capturados por la moda.
el tatuaje como inscripción subjetivante muchas veces se realiza junto con otros pares, amigos, parejas, que fidelizan su unión sellándola con una escritura corporal compartida. Un mismo dibujo o los nombres de cada uno, que antes se grababan en medallas o anillos. El cuerpo es así un elemento privilegiado de comunicación social.
la adolescencia es entonces un momento de autoafirmación y diferenciación del mundo adulto y utiliza diferentes signos para demarcar su territorio. El lenguaje, la moda, tatuajes, piercings, le permiten al adolescente constituir su propio mundo alejado de aquel del adulto para ir construyendo su autonomía.
Antes las transformaciones corporales, entre ellas el tatuaje, correspondían a determinados grupos sociales. Hoy resulta difícil definir qué tipo de adolescente o joven se tatúa, dada la multiplicidad de significados que conlleva.
El lenguaje del cuerpo ligado al tatuaje se presenta como un conjunto de representaciones y expresiones simbólicas situadas en un espacio intermedio entre lo personal y lo social, entre los publico y lo privado, entre el “yo piel” y el otro. Un espacio que no es ni interno ni externo.
Es común que los primeros tatuajes se realicen en zonas del cuerpo ocultas a la mirada de los demás y del propio adolescente. (Espalda, zona posterior del cuello, pecho, hombros). El adolescente incita a ser descubierto e interpretado en su lenguaje corporal personal y relacional. Como plantea Winnicott: “Ocultarse es un placer pero no ser descubierto es una catástrofe”.
En una investigación realizada por la facultad de psicología de la UBA en el marco del programa PROIMPSI, con una muestra de 140 adolescentes cuya edad promedio era 18 años, se les solicito que den una definición personal de tatuaje:
-          Forma de expresión
-          Marca de un suceso
-          Reflejo de sentimiento
-          Símbolo
-          Adorno
-          Otros


El tatuaje es considerado mayoritariamente una forma de expresión, de lo que se infiere una cierta dificultad en ese grupo para poner en palabras sentimientos y pensamientos. Seria un modo de decir cosas y enviar mensaje a través del cuerpo a otro que puda leer esta manifestación.

1 comentario:

  1. Hola buenas tardes! Tendrías de casualidad el texto en pdf "Adolescencia y tatuaje en la Era Digital" que utilizaste para redactar esta entrada??
    Saludos

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