Llamamos mensaje
a cualquier unidad comunicacional básica. Una serie de mensajes intercambiados
entre personas recibirá el nombre de interacción.
No hay nada que
sea contrario a la conducta. En otras palabras, no hay no-conducta, es
imposible no comportarse. Ahora bien, si se acepta que toda conducta en
situación de interacción tiene un valor de mensaje, es decir, es comunicación,
se deduce, que por mucho que se lo intente, no se puede dejar de comunicar.
Este es un axioma
metacomunicacional de la pragmática de la comunicación: no es posible no
comunicarse.
Cabe suponer que
el intento de no comunicarse puede existir en un contexto en el que se desea
evitar el compromiso inherente a toda comunicación. Ejemplo: Una situación típica de esta clase es un
encuentro entre 2 desconocidos, uno de los cuales quiere entablar una
conversación y el otro no: dos pasajeros en un avión que comparten un asiento.
Supongamos que A es el que no quiere hablar. Hay 2 cosas que no puede hacer:
abandonar el avión y no comunicarse. Hay unas pocas reacciones posibles:
a. Rechazo
de la comunicación: Pasajero A puede hacer sentir a B, en forma mas o
menos descortés, que no le interesa conversar, lo que implica una situación
incomoda y se necesita valor para hacerlo.
b. Aceptación
de la Comunicación: el pasajero A terminara por ceder y entablar
conversación. Una vez que A ha comenzado a responder, le resultara cada vez mas
difícil detenerse.
c. Descalificación
de la comunicación: A puede defenderse mediante la técnica de la
descalificación, puede comunicarse de modo tal que su propia comunicación o la
del otro quede invalidada (cambios de tema, oraciones incompletas, etc)
d. El
Síntoma como comunicación: A puede fingir sueño,
sordera, borrachera o ignorancia del idioma, o cualquier otra incapacidad que
justifique la imposibilidad de comunicarse.
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